🧠 Lenguaje y Comunicación en el Autismo: Comprender, Acompañar y Fortalecer

En MiRutaTEA, creemos profundamente en el valor de cada forma de comunicación. Por eso, desarrollamos este contenido para acompañar a familias, profesionales y cuidadores que buscan comprender y apoyar el desarrollo del lenguaje en personas dentro del espectro autista. Reconocemos que el lenguaje no es simplemente hablar; es también gesticular, señalar, mirar, tocar, escribir, usar imágenes o tecnología. Es todo aquello que nos permite expresarnos, conectarnos, pedir, compartir, comprender y ser comprendidos. En el caso del autismo, el desarrollo del lenguaje puede presentarse de formas muy diversas. Algunas personas con autismo son completamente verbales, otras utilizan pocas palabras, y muchas se comunican a través de medios no verbales. No existe una única manera de comunicarse en el espectro, por eso es fundamental dejar de medir a todos con la misma vara y, en cambio, aprender a identificar y potenciar las formas únicas de expresión de cada persona.

El desarrollo del lenguaje en personas autistas puede seguir trayectorias atípicas. Por ejemplo, un niño puede tardar más en comenzar a hablar o puede desarrollar un vocabulario amplio pero presentar dificultades para sostener una conversación, interpretar ironías o usar un tono adecuado. También pueden darse situaciones de ecolalia, donde la persona repite frases escuchadas previamente (de un adulto, una película o una canción), no como un “error”, sino como una forma de procesar o expresar algo. La ecolalia puede ser inmediata (se repite lo que se acaba de oír) o diferida (se repite algo escuchado hace tiempo). Acompañar este fenómeno con empatía, en lugar de reprimirlo, permite comprender su función y transformar esa repetición en una puerta al diálogo. Es común que las personas con autismo necesiten más tiempo para procesar el lenguaje oral, por lo que es esencial usar un lenguaje claro, simple, pausado y acompañado de gestos, imágenes o apoyos visuales. Las palabras no deben lanzarse como ráfagas, sino ofrecidas con intención, mirando al otro, con la paciencia de quien desea realmente ser entendido. En ese sentido, la comunicación aumentativa y alternativa (CAA) cobra un rol central.

La CAA incluye una variedad de estrategias y herramientas —como tableros de pictogramas, dispositivos electrónicos con voz, lenguaje de señas, gestos naturales, y sistemas como PECS— que permiten a personas no verbales o con lenguaje limitado poder expresarse con autonomía. En MiRutaTEA promovemos el uso temprano y respetuoso de la CAA como un derecho comunicativo, y no como una “última opción”. Es un mito muy dañino pensar que “si le das pictogramas, no va a hablar”. La evidencia muestra que el uso de apoyos visuales favorece, y no retrasa, el desarrollo del lenguaje oral. Darle voz a través de imágenes, tecnología o gestos a una persona que no puede expresarse verbalmente, no solo alivia su frustración, sino que abre las puertas a la participación, al juego, al aprendizaje y a los vínculos.

Otro punto clave es entender que el lenguaje no se construye únicamente en espacios terapéuticos o educativos estructurados. La comunicación se desarrolla en los momentos cotidianos: mientras jugamos, comemos, nos vestimos, paseamos o nos reímos juntos. Cada interacción puede ser una oportunidad para nombrar, describir, preguntar, responder, turnarse, señalar, anticipar. Por eso, uno de los pilares de nuestra propuesta es que los adultos —ya sean padres, madres, docentes o acompañantes— se conviertan en modelos de comunicación consciente. Esto implica hablar de manera clara, sin sobrecargar, adaptando nuestro lenguaje al nivel de comprensión del niño o joven, pero sin subestimarlo. Implica también observar, esperar y escuchar. No se trata solo de hablar, sino de crear un espacio donde el otro pueda responder, a su modo, a su ritmo.

En niños no verbales, por ejemplo, las miradas sostenidas, los gestos, los movimientos corporales, las vocalizaciones o incluso los cambios en la respiración o el tono emocional pueden ser intentos de comunicarse. Validar estas expresiones —sin forzar la palabra— es un acto profundo de respeto. Si un niño te señala una galleta, podés decirle: “¡Querés una galleta! Está rica, ¿verdad?” y luego dársela. En ese pequeño acto estás reconociendo su intención comunicativa, modelando lenguaje y reforzando que expresarse tiene resultados concretos. A veces, los adultos se enfocan en que el niño diga la palabra exacta antes de acceder al objeto deseado, y eso genera frustración. Pero si invertimos la lógica y priorizamos la intención sobre la forma, todo cambia: primero validamos el gesto, luego modelamos la palabra, y con el tiempo, si el entorno es seguro y accesible, esa palabra puede aparecer.

En niños con lenguaje limitado, el juego puede ser una gran herramienta para favorecer la ampliación del vocabulario y el uso de frases simples. Juegos de dominó con imágenes, tarjetas con acciones, canciones con gestos, títeres, burbujas o juegos de turnos ayudan a establecer rutinas comunicativas predecibles que fomentan la participación. Nombrar lo que ocurre, hacer pausas para que el niño intervenga, usar canciones conocidas y repetir palabras claves muchas veces son estrategias efectivas. Además, aprovechar los intereses específicos del niño (por ejemplo, dinosaurios, trenes o burbujas) permite engancharlo emocionalmente al lenguaje, porque nadie quiere hablar de lo que no le interesa.

En personas con lenguaje fluido, el desafío suele estar en el uso pragmático del lenguaje: cómo iniciar una conversación, cómo mantenerla, cómo interpretar lo que dice el otro, cómo responder de manera coherente o emocionalmente adecuada. Muchas veces, el lenguaje puede ser gramaticalmente correcto pero poco funcional o desajustado socialmente. En esos casos, trabajar desde el juego de roles, la dramatización, los juegos de preguntas y respuestas, o las historias sociales permite entrenar habilidades comunicativas complejas, como el uso de entonación, la interpretación de metáforas o la lectura de emociones ajenas. Aquí es donde la comunicación deja de ser una cuestión de palabras, y se vuelve una danza entre emociones, contexto, intención y empatía.

En MiRutaTEA insistimos en que no hay una única meta lingüística válida. Para algunos, será desarrollar un lenguaje oral funcional; para otros, será poder señalar una imagen y ser comprendido. Lo que importa no es el medio, sino que la persona tenga una vía eficaz, respetada y valorada para comunicarse, sea la que sea. Acompañar ese proceso requiere eliminar prejuicios, bajar las expectativas rígidas, y abrazar la diversidad comunicativa. Porque lo que se juega no es solo “si habla o no”, sino si puede contar cómo se siente, si puede decir lo que quiere, si puede expresar dolor o alegría, si puede participar en su entorno y ser parte activa de su comunidad.

Los entornos inclusivos no se construyen solamente con rampas físicas, sino también con rampas comunicativas. Adaptar los materiales, usar apoyos visuales, capacitar a docentes, incluir intérpretes si es necesario, permitir más tiempo para responder, evitar correcciones constantes y ofrecer modelos claros de lenguaje, son algunas de las formas en que se puede garantizar el derecho a la comunicación en cualquier contexto. Esto no es un lujo ni una “atención especial”: es un derecho humano básico. La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad lo afirma claramente: toda persona tiene derecho a expresar su opinión y ser escuchada, en igualdad de condiciones.

Por eso, en MiRutaTEA trabajamos con familias, escuelas y profesionales para brindar recursos prácticos, estrategias accesibles y herramientas visuales que puedan aplicarse en la vida diaria. Acompañamos desde el juego, la empatía y la escucha activa. No ofrecemos fórmulas mágicas, sino caminos posibles. Caminos que parten de la comprensión de que cada niño, joven o adulto con autismo tiene un potencial comunicativo único, y que ese potencial florece cuando el entorno deja de exigirle que se adapte, y comienza a adaptarse a él.

Queremos que cada familia sepa que no está sola. Que hay formas de comunicarse incluso cuando no hay palabras. Que el amor, la paciencia, la observación y la creatividad son aliados poderosos. Que jugar, cantar, imitar, esperar, escuchar y reír juntos es más valioso que cualquier estímulo artificial. Y que, paso a paso, gesto a gesto, palabra a palabra, se puede construir un puente verdadero hacia la comunicación. Porque hablar no es lo mismo que comunicar, y comunicarse no siempre necesita palabras.

Desde MiRutaTEA, seguimos comprometidos en este camino. Porque cada niño tiene derecho a ser escuchado. Y porque detrás de cada mirada, cada señal, cada gesto, hay una voz que merece ser comprendida.

¿Qué es la comunicación en el autismo?

La comunicación en el autismo es un aspecto esencial que influye de manera profunda en el desarrollo, la autonomía y la calidad de vida de quienes están dentro del espectro. A diferencia de los modelos tradicionales de desarrollo, donde el lenguaje y la comunicación avanzan de forma progresiva y predecible, en las personas con autismo pueden presentarse de manera única, diversa y, muchas veces, atípica. Esto no significa ausencia de comunicación, sino presencia de otras formas de expresión que requieren ser reconocidas, respetadas y fortalecidas.

La comunicación abarca mucho más que el habla. Incluye también los gestos, las miradas, los movimientos corporales, las expresiones faciales, la entonación de la voz, el uso del silencio, y en muchos casos, apoyos como imágenes, dispositivos electrónicos o lenguaje de señas. Para muchas personas con autismo, estas formas son su modo principal o más cómodo de relacionarse con el mundo. Algunas personas desarrollan un lenguaje verbal fluido pero pueden tener dificultades para usarlo socialmente de forma efectiva. Otras personas no desarrollan lenguaje oral, pero eso no significa que no tengan nada que decir. Todas las personas comunican, y es responsabilidad del entorno encontrar el canal adecuado para facilitar esa expresión.

Dentro del autismo, uno de los desafíos centrales puede ser la comprensión del lenguaje oral, tanto en lo que se refiere a palabras como a entonaciones, dobles sentidos, metáforas o bromas. Esto genera malentendidos, frustraciones e incluso retraimiento social si el entorno no está sensibilizado. Además, puede haber dificultades para organizar y expresar pensamientos, hacer preguntas, iniciar o mantener una conversación, o interpretar el lenguaje corporal de los demás. Esto no implica una falta de interés en comunicarse, sino una forma diferente de procesar la información y de conectar con los otros.

En muchos casos, las personas autistas utilizan lo que se conoce como ecolalia, es decir, repiten frases o fragmentos escuchados previamente. Estas repeticiones, lejos de ser un simple eco vacío, suelen tener un propósito: pueden ser una forma de aprender estructuras lingüísticas, de calmarse, de expresar algo que no pueden decir de otra manera o incluso de responder emocionalmente a una situación. Entender el significado detrás de la ecolalia requiere tiempo, observación y sensibilidad, pero al hacerlo se descubren puertas valiosas hacia la comunicación auténtica.

También es importante tener en cuenta que algunas personas dentro del espectro pueden tener un vocabulario extenso y hablar con corrección gramatical, pero presentar dificultades para ajustar su lenguaje al contexto, leer las señales sociales, o seguir los turnos en una conversación. Esto se conoce como dificultad en la pragmática del lenguaje, y suele ser uno de los retos más sutiles pero significativos en personas verbales con autismo.

La comunicación en el autismo debe ser vista como un derecho y no como un lujo. Todas las personas, sin importar su edad, nivel de lenguaje o estilo cognitivo, deben tener acceso a medios funcionales y respetuosos para poder expresarse, ser escuchadas y formar parte activa de su entorno. Y para que eso ocurra, la sociedad debe ampliar su idea de lo que es "comunicarse".

Por eso, desde MiRutaTEA promovemos una visión inclusiva y empática de la comunicación. Creemos que, más allá de las palabras, lo que verdaderamente transforma es el vínculo. Escuchar sin presionar, observar sin juzgar, ofrecer sin imponer y celebrar cada intento comunicativo como un acto de valentía, son pasos fundamentales para acompañar a las personas con autismo a desplegar su voz, sea cual sea su forma.

🧩 Soluciones prácticas

Acompañar las necesidades comunicativas de una persona con autismo requiere una mirada comprensiva, estrategias concretas y sobre todo, una actitud abierta al aprendizaje mutuo. No se trata de forzar el lenguaje oral ni de encajar a la persona en moldes preestablecidos. Se trata de crear entornos que faciliten la expresión genuina, reconociendo y validando las múltiples formas de comunicarse.

Una herramienta clave en este proceso son los Sistemas Aumentativos y Alternativos de Comunicación (SAAC). Estos sistemas incluyen todo tipo de estrategias y tecnologías que permiten a una persona comunicarse cuando el lenguaje oral no es suficiente o está ausente. Entre los SAAC más comunes se encuentran los tableros de pictogramas, los cuadernos de comunicación, las apps interactivas como Proloquo2Go, los dispositivos con salida de voz, los gestos naturales, el uso del lenguaje de señas o incluso los sistemas de comunicación por intercambio de imágenes (PECS).

Los SAAC no solo brindan una vía efectiva para comunicarse, sino que además favorecen la autonomía, reducen la frustración y promueven la inclusión. Lejos de impedir el desarrollo del habla, como erróneamente se cree, muchas veces lo estimulan. Esto se debe a que al liberar la carga emocional que genera no poder expresarse, la persona puede relajarse y explorar con más confianza el lenguaje oral si está dentro de sus posibilidades. La clave está en comenzar con estos sistemas lo antes posible, sin esperar a que la ausencia de habla se vuelva un obstáculo.

Otro recurso valioso es el uso de materiales visuales. Las personas con autismo suelen procesar mejor la información visual que la auditiva. Por eso, el uso de pictogramas, tarjetas con imágenes, horarios visuales, secuencias paso a paso o historias sociales ayuda a anticipar situaciones, comprender consignas, reducir la ansiedad y facilitar la expresión. Estos apoyos pueden utilizarse en casa, en la escuela o en la comunidad, y deben estar adaptados a la edad, intereses y nivel de comprensión de cada persona.

El juego es otra vía poderosa para estimular la comunicación. No cualquier juego, sino aquel que parte del interés del niño o niña, y que se convierte en un espacio de encuentro real. Juegos de turnos, canciones con gestos, juegos simbólicos con muñecos o dramatizaciones con títeres pueden ayudar a modelar estructuras de lenguaje, aumentar el vocabulario, fomentar el intercambio y trabajar habilidades conversacionales. Lo más importante es que el adulto no dirija el juego desde sus objetivos, sino que se sumerja en el mundo del niño, validando sus elecciones, repitiendo sus acciones, y ofreciendo palabras y gestos que acompañen.

Por último, el acompañamiento de fonoaudiólogos y terapeutas del lenguaje especializados en autismo es fundamental. Estos profesionales pueden realizar evaluaciones funcionales del lenguaje, diseñar planes personalizados de intervención, entrenar en el uso de SAAC, y trabajar en conjunto con la familia y la escuela para garantizar una intervención coherente y efectiva. No se trata solo de “hacer hablar”, sino de construir comunicación real.

Desde MiRutaTEA, creemos que toda persona tiene algo para decir. Que ningún niño debe crecer sin voz. Y que esa voz puede estar en una palabra, en una imagen, en un gesto, en una mirada. Nuestra tarea como adultos es aprender a leerla, a responderla y a celebrarla. Porque comunicarse no es solo hablar. Es conectar. Es ser visto. Es ser parte.

Y en ese camino, estamos para acompañarte.

🔍 Dificultades comunes

Hablar de las dificultades comunicativas en el autismo no significa centrarse en las limitaciones, sino comprender los desafíos reales que enfrentan muchas personas dentro del espectro para así generar apoyos adecuados, entornos accesibles y vínculos más humanos. Estas dificultades pueden manifestarse de diferentes maneras y con distintos grados de intensidad según cada persona. No todos los niños, jóvenes o adultos con autismo presentan las mismas características, pero sí existen algunos patrones frecuentes que conviene conocer.

Una de las dificultades más visibles es el retraso en el desarrollo del lenguaje oral. Mientras que algunos niños comienzan a hablar más tarde que lo esperado, otros pueden no desarrollar lenguaje verbal en absoluto. Esto no significa que no tengan nada que comunicar, sino que necesitan vías alternativas para expresarse. Cuando el entorno insiste únicamente en el habla como medio válido, sin considerar otros canales, se genera una experiencia de frustración, aislamiento y desvalorización.

Otra dificultad común es la ecolalia, que puede ser inmediata (repetir lo que se acaba de oír) o diferida (repetir frases escuchadas días, semanas o meses antes). Aunque puede parecer una conducta mecánica o sin sentido, la ecolalia muchas veces cumple funciones comunicativas importantes: pedir algo, calmarse, expresar emociones o imitar modelos lingüísticos. Es crucial no reprimir la ecolalia, sino entender su función y transformarla en una oportunidad para modelar nuevas formas de comunicación.

Muchos niños y adolescentes con autismo presentan dificultades para iniciar o sostener una conversación, incluso cuando tienen lenguaje verbal. Esto puede deberse a una combinación de factores: ansiedad social, desconocimiento de las reglas implícitas de la conversación, dificultades en la planificación del discurso, o escasa flexibilidad para cambiar de tema. En estos casos, las interacciones pueden volverse unidireccionales (por ejemplo, hablar solo de su tema de interés) o muy breves, lo que puede limitar las oportunidades de socialización.

Otro desafío frecuente es la dificultad para usar y comprender el lenguaje no verbal. Las expresiones faciales, los gestos, el tono de voz, las miradas y el lenguaje corporal en general suelen ser pistas sociales importantes en cualquier interacción. Para muchas personas autistas, estas señales pueden ser confusas, irrelevantes o incluso sobreestimulantes. A veces, pueden mantener poco contacto visual, usar menos gestos o tener expresiones faciales que no coinciden con su estado emocional. Lejos de interpretarlo como desinterés, es fundamental entenderlo como una forma diferente de estar en el mundo.

Estas dificultades comunicativas no ocurren de manera aislada. A menudo se entrelazan con aspectos sensoriales, emocionales y cognitivos que también forman parte del espectro autista. Por ejemplo, una persona que se abruma fácilmente con los sonidos puede tener más dificultades para procesar lo que se dice en un entorno ruidoso. O un niño con ansiedad social puede evitar interacciones verbales por miedo al error o al rechazo. Comprender estas conexiones es vital para diseñar apoyos verdaderamente efectivos.

Por todo esto, es clave dejar de medir la comunicación únicamente por el lenguaje oral. No hablar no es lo mismo que no comunicar. Y hablar mucho no significa necesariamente que haya una comunicación funcional. Lo que importa es que la persona pueda expresar deseos, necesidades, ideas, emociones y preguntas de manera efectiva, segura y respetada. Eso es comunicación.

Desde MiRutaTEA, invitamos a docentes, profesionales y familias a observar más allá de lo evidente. A identificar las formas singulares en que cada persona se comunica. A celebrar la intención detrás de cada gesto. Porque solo cuando dejamos de imponer una única forma válida de hablar, empezamos a escuchar de verdad.

🧒 Recomendaciones según el nivel de lenguaje en niños con TEA

💡 Entender el nivel de comunicación de cada niño con Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una herramienta fundamental para ofrecer apoyos adecuados, personalizados y afectivos que favorezcan su desarrollo integral. No todos los niños dentro del espectro se comunican de la misma manera, y sus necesidades cambian a lo largo del tiempo. Algunas personas pueden no usar palabras para comunicarse, otras pueden emplear un lenguaje limitado y algunas pueden hablar fluidamente pero presentar desafíos en la comprensión social. Por ello, es esencial comprender estas diferencias, observar con empatía y aplicar estrategias específicas que acompañen sus fortalezas y respeten su estilo comunicativo único. A continuación, te ofrecemos un conjunto de recomendaciones organizadas por niveles de lenguaje que pueden aplicarse en casa, en el aula o en contextos terapéuticos, ayudando a establecer vínculos sólidos, promover la autonomía y facilitar la interacción social desde el respeto y la inclusión.

Niños que no utilizan palabras habladas para comunicarse, pero que encuentran otras maneras de expresar sus necesidades, emociones y pensamientos a través de gestos, sonidos, miradas, movimientos corporales, imágenes u objetos.

✅ Recomendaciones:

Es esencial considerar que la ausencia de lenguaje verbal no significa ausencia de comunicación. Estos niños tienen un enorme potencial expresivo que puede manifestarse de formas diferentes a las tradicionales. Utilizar sistemas aumentativos y alternativos de comunicación (SAAC), como el PECS (Sistema de Comunicación por Intercambio de Imágenes), resulta muy eficaz para facilitar el intercambio de información. Con PECS, el niño aprende a entregar una imagen a su interlocutor para comunicar deseos o necesidades, lo cual puede generar un gran alivio emocional y reducir comportamientos derivados de la frustración.

Además, se recomienda incorporar gestos naturales (como señalar, levantar los brazos para pedir alzar, o mostrar la palma para detener) y expresiones faciales claras y exageradas, que acompañen las rutinas diarias. Estos gestos deben repetirse en contextos funcionales para que el niño asocie significado con acción.

El uso de objetos reales y tangibles —por ejemplo, mostrar el vaso de agua en lugar de solo decir la palabra— permite una mayor comprensión, especialmente si se combina con apoyo visual en forma de fotos o pictogramas. Las rutinas visuales (secuencias de imágenes que anticipan las actividades del día) no solo organizan el tiempo, sino que reducen la ansiedad al permitir que el niño entienda lo que va a ocurrir.

Es fundamental reforzar cualquier intento de comunicación, incluso los más sutiles, como una mirada sostenida, una vocalización espontánea, un movimiento corporal, o la simple elección entre dos objetos. Cada gesto merece ser reconocido, celebrado y modelado con una respuesta adecuada. Al hacerlo, estamos enseñando al niño que su forma de expresión tiene valor y que los demás están atentos a sus necesidades.

Los adultos deben mostrarse disponibles, pacientes y sintonizados emocionalmente. Jugar cara a cara, establecer contacto visual cuando sea posible sin forzar, imitar sus gestos o sonidos y esperar su respuesta son formas de validar su participación activa. No se trata de "hacer que hablen", sino de generar canales de ida y vuelta que construyan una base sólida para futuras habilidades comunicativas.

Niños que utilizan algunas palabras sueltas, frases cortas o expresiones básicas para comunicarse, pero que aún requieren apoyo constante para ampliar su vocabulario, estructurar mejor su habla y comprender instrucciones complejas.

✅ Recomendaciones:

Para niños en este nivel, es vital crear entornos ricos en lenguaje, donde las palabras estén siempre presentes en el contexto y se asocien a acciones reales. Hablar con frases breves, claras y concretas ayuda al niño a entender mejor lo que se le dice. Frases como “vamos a comer”, “abrí la puerta” o “dame el auto” deben ir acompañadas de gestos, objetos o imágenes que refuercen su significado.

Una excelente estrategia es el uso de apoyos visuales permanentes: tarjetas con dibujos, pictogramas, fotografías familiares, o secuencias ilustradas. Estos elementos ayudan al niño a comprender y anticipar lo que va a suceder, al tiempo que le ofrecen recursos para comunicarse. Por ejemplo, si se le ofrece una elección entre dos bebidas, se puede presentar la imagen del jugo y del agua mientras se le pregunta “¿Querés jugo o agua?” con voz pausada y señalando cada una.

Repetir palabras clave durante el juego, la comida o la rutina ayuda a consolidar el vocabulario. Si el niño dice “pan”, el adulto puede expandir diciendo “sí, pan calentito”, “está rico el pan” o “querés más pan”. Este modelado del lenguaje sin corrección directa permite al niño escuchar nuevas estructuras sin sentirse exigido.

Las canciones simples con movimientos repetitivos —como “La vaca Lola” o “Los deditos”— son aliadas valiosas. Combinan ritmo, repetición y acción, lo que facilita la memorización, estimula la imitación verbal y gestual, y genera momentos de disfrute compartido. Los cuentos con ilustraciones grandes y frases cortas también son recomendables para trabajar la atención conjunta y el uso del lenguaje en contexto.

Finalmente, es importante recordar que cada palabra que el niño logra decir es un gran logro. Por eso, se deben reforzar sus intentos con entusiasmo genuino, contacto afectivo y un ambiente sin presiones. La interacción debe ser un juego compartido, no una tarea obligatoria.

Niños que ya se expresan verbalmente con oraciones completas, pero que pueden presentar dificultades en la comunicación social, el lenguaje pragmático, el uso de metáforas o la interpretación de emociones y contextos.

✅ Recomendaciones:

En este nivel, la meta ya no es solamente que el niño hable, sino que pueda usar el lenguaje para interactuar, comprender reglas sociales, regular sus emociones y participar activamente en distintos entornos. Por eso, las intervenciones deben centrarse en las habilidades comunicativas funcionales y sociales, con estrategias que fortalezcan la comprensión del otro, la empatía y la flexibilidad en la conversación.

Enseñar turnos de habla a través de juegos, actividades grupales o simplemente con una conversación estructurada es clave. Usar frases como “yo hablo ahora”, “ahora te escucho” o “esperá tu turno” ayuda a que el niño comprenda cómo se organiza un intercambio verbal. Se pueden usar tarjetas de turnos o pelotas que pasan de mano en mano para representar quién habla.

Los juegos de rol son herramientas excelentes para simular situaciones cotidianas (ir al médico, hacer compras, preparar una merienda) donde el niño puede practicar saludos, despedidas, pedidos y expresiones emocionales. Estos juegos fomentan la creatividad, pero también la toma de perspectiva, al ponerse en el lugar de otro personaje.

Leer cuentos juntos y hacer preguntas sobre lo que sucede en la historia —“¿Por qué lloró el personaje?”, “¿Qué pasaría si…?”— desarrolla la comprensión inferencial, el uso de tiempos verbales y la expresión de ideas propias. También es útil pausar los videos o dibujos animados para analizar qué sienten los personajes, por qué se enojan, qué podrían haber hecho distinto. Este tipo de conversación fortalece la lectura emocional y la reflexión social.

Otra recomendación importante es introducir nuevos conceptos y palabras a través de imágenes, ejemplos reales o situaciones concretas. Por ejemplo, si se quiere enseñar la palabra “responsabilidad”, se puede decir “Cuando guardás tus juguetes, estás siendo responsable”, acompañado de una imagen que refuerce la acción. Esto facilita la comprensión de términos abstractos que suelen ser difíciles en el espectro.

En todo momento, es esencial validar lo que el niño expresa, corregir con respeto si es necesario y animarlo a seguir comunicándose. Fomentar un ambiente positivo, donde el lenguaje no sea una exigencia sino una herramienta para conectar con otros, marca la diferencia en su desarrollo comunicativo y emocional.

🔴 1. Nivel No Verbal

🟡 2. Nivel de Lenguaje Limitado

🟢 3. Nivel de Lenguaje Fluido

🧠 Recordá¡!

No todos los niños siguen un mismo camino. Lo importante es respetar su ritmo, usar recursos visuales, y reforzar positivamente cada avance, sin importar cuán pequeño parezca.